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FILOSOFIA: UNA MANERA DE HACER

La realización de un proyecto es un proceso que comienza con la existencia de un cliente. Conocerlo es fundamental, su carácter, sus solicitudes, sus anhelos. Largas conversaciones deben conducir a aclarar sus deseos, a saber qué espera, qué piensa y por qué. Fluyen ya ideas, evocaciones, recuerdos de lo visto, memorias de lo previo, que se quedan en un magma sin forma, aunque provoca una gran ansia por salir, por plasmarse en un papel. Se investiga cómo otros se han enfrentado a problemas similares, documentación gráfica o escrita.

El paso siguiente es someter todo el proceso anterior al filtro de la normativa, local o general, que limita el proceso y acota expectativas. Finalmente resulta imprescindible el conocimiento físico del lugar, las sensaciones que transmite, su orientación, vistas y el entorno que lo rodea. Como huele, que se oye, que apetece hacer ahí. De su lectura surge un camino, con márgenes dictados por la normativa, en la que debe caber todo lo que espera el cliente; y un poquito más, siempre un poquito más, nunca se puede estar satisfecho, seguro que es mejorable.

Y vuelta a empezar: cliente, normativa, lugar. Y así hasta acabar, con una obra hecha, construida y vivida.